La terraza parece una selva. Miro con impotencia mi proyecto de jardín urbano. Las tomateras languidecen entre las malas hierbas. Los pulgones se han adueñado de las plantas de temporada. La maceta que me regaló Fernando antes de dejarme, en nuestra última cena, es la única que tiene flores. Unas rosas azules que no parecen naturales. Añado una capa más de tierra sobre los dedos que pugnan por abrirse paso. Mi exnovio siempre me prometió que conseguiría un rincón fértil para mis plantas.
Ana
[Nota. Este micro lo escribí en la segunda ronda del «IV Maratón de Microrrelatos Valencia Escribe-Massalfassar». La propuesta era escribir en media hora un relato de no más de 100 palabras que incluyera las palabras marcadas en negrita. Y tambien pasé a la siguiente ronda…]