Sobre la piel de Estela se deslizaba el amor. Pequeñas gotas de ternura arrastraban el tiempo en dirección a Miguel. Todavía estaba fuera de su alcance, pero sabía que él la esperaba, con la paciencia que sólo los años dan. La certeza de lo inexorable animaba su recorrido.
Miguel la miraba embelesado. Ansiaba el momento de tenerla en sus brazos. Dependía por completo de ella. Le agradecía cada milímetro de su progreso.
De repente Estela sintió un temblor. Algo turbó la sosegada perseverancia. El dolor profundo la estremeció y no pudo retener una lágrima.
«Por favor, por favor —indicaba la guía resoplando—, no toquen las piedras, no golpeen las paredes. El equilibrio de la cueva es muy frágil».
Miraba con horror al crío de la camiseta roja. Desde el principio de la visita se le había atravesado. Daba patadas, ignoraba las desganadas órdenes de sus padres y estorbaba a todo el grupo.
Le gritó cuando lo vio lanzar una piedra por el mirador de la Gruta Blanca, una cueva de estalactitas y estalagmitas en constante formación. Echó un vistazo hacia abajo. Era imposible saber dónde había caído, en apariencia nada había cambiado.
«No se detengan», pidió a los más rezagados, una parejita que hacía ridículas poses para captarlas con la cámara de su móvil de última generación.
Miguel advirtió cómo la lágrima de Estela pasaba sin tocarlo. El dolor se tornó nostalgia. Algo había variado la trayectoria de las gotas carbonatadas que fluían, desde aquella noche, miles de años atrás, en la que se divisaron por primera vez.
El abrazo eterno de los amantes estaba ahora unos infinitos milímetros más lejos.
Ana.
Enhorabuena por la iniciativa, me quedo sin palabras, suerte que vosotras, semana a semana, las encontraréis y las forjaréis en maravillosas historias desde este pequeño paso hasta ese cincuenta y dos. Estaré atento para poner mi medio. Por de pronto, expresaros mi felicitación. Enorme y precioso ese ‘abrazo eterno’, Ana.
Va por ti, Ray Bradbury.
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Un relato maravilloso. Habéis empezado muy bien y seguro que continuáis mejor. Suerte.
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Muy bueno. Mi sincera enhorabuena 🙂
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Me ha recordado el corto de Pixar de «Lava»
Aunque este último acaba bien.
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